Un feliz espacio de los municipios sonorenses.

Canto a Empalme

Un feliz espacio de los municipios sonorenses.

Canto a Empalme


Canto a Empalme

Domingo 23 de Enero de 2022
Por: José Luis Islas Pacheco,
Cronista Municipal Vitalicio de Empalme, Sonora


Eduardo «Negro» Peña nació en Empalme, Sonora, por allá en la segunda década del siglo XX, en una familia de clara e indiscutible tradición ferrocarrilera. Sus estudios fueron los que se podían hacer entonces, en los que la única esperanza era recibir los conocimientos de la educación primaria. Trabajó en la industria ferroviaria, causa y motivo de la fundación de la ciudad, conocida hasta fines de la centuria como el centro ferrocarrilero más importante del noroeste.

De clara inteligencia y de gran percepción sobre su entorno, su instrucción fue autodidacta. La lectura ocupó la mayor parte de sus años mozos, y de los que habrían de venir después en su formación adulta. Posiblemente fue en esa época de su vida, cuando descubrió sus grandes cualidades para la construcción de versos y de poemas, que brotaban de su inspiración como fuente inagotable de una inteligencia clara, consubstancial en un hombre que cantaba a la vida, a la amistad y a su tierra.

En cantos, versos y poesías de bella orga¬nización y de inmarcesible frescura, dejó constancia de que era un hombre naci¬do para expresar sentimientos solamente atribuibles a personas bendecidas con el don de la buena palabra y de la mejor rima.

El poeta empalmense era todo un bohemio trotamundos. Gustaba recorrer los más intricados caminos del alma humana. Conocía las costumbres sociales de sus congéneres y después volcaba esos conocimientos en sus escritos y versos. Su huella se pierde en las llanuras de Baja California.

En su honor, cada año se realiza el festival cultural Hilario Sánchez Rubio (HISAR), donde se presentan artistas de talla regional, nacional, incluso internacional.

“Canto a Empalme”
De Eduardo Peña López

Rosa de los vientos del deporte,
quiero que en estos vientos se recorte
tu figura gallarda, dulce, mansa…
¡que te sirva este canto de alabanza!
que sirva cual tributo a sus bondades,
al pueblo que perdonara las maldades
de mis locos arrebatos juveniles,
mezcla de poemas con acciones viles…

Que sirva cual homenaje permanente,
a las glorias sublimes de tu gente
del ayer lejano, hoy radiante…
y de los grandes que surjan adelante.

Quiero contar en historia descriptiva,
tu génesis desde la iniciativa
de un grupo de yaquis que impulsara
la unión de Nogales y Guadalajara
con dos cintas de hierro paralelas,
con múltiples laderos con espuelas,
garzas ahumadas de líquido opulento
donde toman agua las máquinas sedientas
y de la inmensa red de trajín infernal,
a ti te nombraron cuartel general…

¿Qué motivó semejante privilegio?
¿Fue un capricho de magnate egregio?
¿O la influencia de Guaymas fue el motivo,
que surgiera tu tinaco altivo,
tus ruidosos talleres altaneros
y toda tú, ciudad de peloteros?
Porque Guaymas fue la meta otrora,
de los ferrocarriles en Sonora,
y a ti, al vislumbrar Guadalajara,
la mente del magnate que te creara,
te asignaron como un punto abierto
al gran comercio del insigne puerto.

Y así ante el acecho de los yaquis,
naciste verde como un enorme oasis…

Tu tinaco semeja la atalaya
por donde miras a través de la muralla
del Samahuaca, del Gallo y Bacatete,
para ver que tu fama se respete,
fama que te ha servido de estandarte
en amor fraternal, músculo y arte,
que traspuso de la patria a la frontera
y así el mundo conociera…

Más, si tus afanes ya fueron coronados,
en deporte y en artes ignorados,
quedaron tus valores cívicos, piadosos
llenos de lucha ¡espíritus hermosos!

¿Acaso ahora el pueblo comprendía
que Juana Alcántar es tu dama pía?
¿O aquel ignorado Jesús Llanes
frenó del extranjero sus desmanes?
y en las luchas sociales de tus hombres
un álbum llenar famosos de nombres
que quedaron prendidos al sensato
monumento del glorioso sindicato,
con tus ansias mutualistas seculares
plasmadas en la Sociedad Benito Juárez,
y en ese amado, viejo relicario,
que semeja la Placita Centenario…

En periodismo luchando con lo adverso,
te dieron los Cázarez el tópico diverso…

En música te dio su primer beso,
aquel conjunto de Gilberto Obeso
para que ahora en dulce melodía,
te besaran los hermanos García
y en la cúspide destellan inmortales,
Beatriz Murillo y Eloísa de Corrales…
pero en deporte, pertinaz metamorfosis,
traspasaste el umbral de la apoteosis…

Fue en atletismo tu primera hazaña
debida toda al profesor Magaña,
cuando estrujaron el fondo de tu alma
los atletas del inquieto «Pepe» Palma,
donde marcaron con empuje de diluvio
Ignacio Blanco y «Malogrado» Rubio…

Donde vinieron las hazañas del boxeo
y Manuel Camacho en fiero forcejeo,
se hizo campeón llevando cual secuela,
al negro de Empalme, al «Mayo» Valenzue¬la…

Fue entonces que el béisbol desplaya
al conjuro del paladín Tío Celaya,
que fincó tu tradición de beisbolista
con Ángel Castro el gran inicialista,
con el inmenso pitcher «Cochi» Valenzuela,
los que a su vez fundaron esa escuela
que te dio fama de grandes peloteros,
inspirados en la visión de los pioneros
que fueron «Chale» Vargas, Juan María,
Luis Flores, Ramón Valdez, David García,
«Chalío» Navarro, Murguía y «Lupe» Leal,
que cautivaron a la tribu actual
por su estoico heroísmo, por la gloria
de figuras de tu más bella historia…

Y así surgieron Alberto y Héctor Leal,
«Pancho» Alcaraz, el amateur inmortal,
«Kiri» Camacho, el cátcher de la era,
Martínez, Urías y «Bacatete» Fernández
con las glorias actuales más enhiesta
«Pilo» Gaspar y el gran «Nico» Genesta…

He ahí, pues, el compendio de tu bella,
grandiosa, magnífica epopeya
que recorre del mundo los senderos,
iOh mágica ciudad de peloteros!