Un feliz espacio de los municipios sonorenses.

1960, del vapor al diésel

Un feliz espacio de los municipios sonorenses.

1960, del vapor al diésel


1960, del vapor al diésel

Al adquirir el Gobierno Federal el Ferrocarril Sud-Pacífico de México y constituirse la empresa Ferrocarril del Pacífico, S.A. de C.V, la operación de los trenes se hacía con 120 locomotoras a vapor. La rehabilitación de dicho Ferrocarril incluyó la dieselización completa del sistema, substituyendo las locomotoras a vapor con 70 locomotoras diésel-eléctricas.

Al adoptarse el nuevo sistema tractivo y dado el alto rendimiento que ofrecía esta fuerza, fue necesario modificar los distritos de operación de trenes, quedando fuera de servicio las terminales y casas redondas de Tetitlán, Ruiz y Culiacán, en la División de Sinaloa; Navojoa, Carbó y Naco, en la División de Sonora, subsistiendo únicamente los Talleres de Conservación de Guadalajara, Tepic, Mazatlán y Nogales, y de reparación general en Empalme, Sonora.

Los métodos de trabajo e instalaciones de talleres para la reparación de locomotoras a vapor, siendo inadecuados para el mantenimiento de locomotoras diésel eléctricas, reclamaba la construcción de un taller apropiado para la nueva fuerza tractiva.

Se determinó ubicar el nuevo taller en Empalme, Sonora, debido a que en esta población se encontraban los Talleres Generales de Reparación de locomotoras a vapor, con almacén general de materiales, casa de fuerza, planta de hielo, fundición y talleres de reparación de carros y coches. Para lograr el taller inaugurado, se aprovecharon las estructuras del antiguo taller mecánico y el de pailería y herrería, conectándose por medio de dos naves nuevas, todo bajo el mismo techo, y se introdujeron las modificaciones radicales en la estructura de los edificios existentes y se les dotó de todas las instalaciones y maquinaria necesaria para el eficiente mantenimiento y reparación de hasta 100 locomotoras diésel-eléctricas.

Como las inspecciones y reparaciones son progresivas e incluyen trabajos de rodaje, estructura, equipo eléctrico, motora diésel, equipos de aire y generadores de vapor, fue conveniente que todos los servicios de talleres quedaran concentrados en una sola área de trabajo que, en este caso, fue de 10,504 metros, en seis naves.

Para planear correctamente la reconstrucción de dichos talleres, se consideraron los siguientes factores: a) número y tipo de locomotoras a reparar incluyendo la demanda futura de fuerza, en vista del desarrollo agrícola del Noroeste y, en consecuencia, el incremento de tráfico de carga y pasajeros; b) servicios a que están destinadas las locomotoras; bien sea de patio, carga o pasajeros, y número de cada tipo, habiéndose determinado así el área de trabajo necesaria.

Los trabajos de la reconstrucción de los Talleres Generales de Empalme, Sonora, se iniciaron en las postrimerías del régimen de Adolfo Ruiz Cortines, siendo el licenciado Adolfo López Mateos, quien inauguró, el 1 de julio de 1960, los nuevos Talleres del Ferrocarril, con una inversión de $36,575,227.58. Teniendo a su lado al gerente Benjamín Méndez y al líder sindical Alfredo A. Fabela, quienes develaron una placa conmemorativa y luego recorrieron las instalaciones, escuchando la explicación del ingeniero Roberto Méndez, entonces director general de operaciones del Ferrocarril del Pacífico S.A. de C.V

En los Talleres Generales de Empalme, Sonora, trabajaban en ese año, 538 hombres, de los cuales 223 laboraban en el nuevo taller de locomotoras, 212 en la reparación de carros y coches, y 103 en servicios generales y conexo.